Los tipos de obsesiones que se pueden padecer son muy variados:
Obsesiones de tipo agresivo: Miedo a dañar a otras personas, a uno mismo, a proferir insultos, blasfemias u obscenidades, miedo a cometer crímenes o aparecer como responsable de errores, fracasos o catástrofes, imágenes horribles o violentas, etc.
Obsesiones de contaminación: Preocupación por los gérmenes, la suciedad o los productos químicos, preocupación por las secreciones corporales (orina, heces, saliva), preocupación por contraer enfermedades, etc.
Obsesiones de contenido sexual: Miedo a ser homosexual, pedófilo o a cometer incesto, tener pensamientos sexuales considerados perversos o prohibidos y vivirlos con angustia.
Somáticas: Estar extremadamente preocupado y obsesionado por diversas funciones corporales, como la frecuencia cardiaca, aspectos de la imagen corporal o anatómica o el temor a desarrollar una enfermedad amenazante para la vida.
Religiosas: Necesidad de confesar pecados inexistentes o ínfimos que se supone haber cometido y estar preocupado por la culpa consiguiente.
Necesidad de simetría y precisión: Obsesión de colocar los objetos de manera simétrica o de tener los sucesos ordenados, o hacer y deshacer ciertas acciones motoras de una manera exacta, por ejemplo, caminar hacia adelante y luego hacia atrás de la misma manera para entrar o salir de un lugar.
Duda o responsabilidad patológica: Preguntarse repetidas veces si se ha realizado una acción. Por ejemplo, ¿cerré la puerta?, ¿apague la luz?, ¿cerré la llave de gas? etc.
Coleccionismo o acumulación: Pueden ser cartones, papeles, trastos inútiles, envases, bolsas de compras, revistas o periódicos viejos apilados, etc.
Otros tipos: Miedo a no hablar, recordar o pensar correctamente, etc.
Las obsesiones no son experimentadas como producidas voluntariamente sino que se definen como pensamientos, imágenes, ideas o impulsos que invaden de manera persistente la conciencia. La persona no las desea ni se alegra de tenerlas sino que normalmente se resiste a tenerlas y trata de librarse de ellas. Por otro lado, las obsesiones en forma de pensamientos son más frecuentes que las obsesiones en forma de impulsos o imágenes.
Cuando aparece la obsesión, la persona suele resistirse y trata de suprimirla. Si logra suprimirla, lo más probable es que vuelva al poco tiempo. En ocasiones, estas cogniciones se presentan de forma continua mientras que otras veces pueden aparecer por episodios y en relación a diversos estímulos ambientales o internos. Cuando se presentan estos fenómenos cognitivos el sujeto se siente incapaz de controlarlos o eliminarlos. El sujeto suele ser incapaz de explicarse estos fenómenos cognitivos por lo que los puede considerar repugnantes, sin sentido, amenazadores y contrarios a sus verdaderos sentimientos.
Algunos sujetos informan de pensamientos muy específicos (Ejemplo: voy a matar a mi pareja) mientras que otros experimentan una vaga sensación de terror sobre algo que está ocurriendo o va a ocurrir. También puede existir una aprensión de que algún hecho terrible va a ocurrir (Ejemplo: incendio del hogar, contraer una enfermedad mortal o causar la muerte de otra persona por contaminación o por negligencia). El sujeto no percibe que el pensamiento está originado en el exterior sino que reconoce y sabe que es su propio pensamiento.